A menudo vivimos bajo la ilusión de que somos seres separados de la naturaleza, tomándola como un objeto material con un valor económico (recurso natural), perdiendo de vista el hecho de que en realidad somos uno con ella. El ser humano "civilizado" explota la naturaleza en búsqueda de un crecimiento económico constante, fomentando la ilusión de un progreso infinito en un mundo finito. Es la única especie con el poder de provocar la extinción de otras especies y ecosistemas enteros, incluso hasta el punto de correr el riesgo de provocar la autodestrucción. Somos el eslabón perdido en la delicada y frágil cadena de la vida y la evolución de las especies. Esta alienación y desconexión ha contribuido a problemas ambientales y sociales en todo el mundo, así como a enfermedades crónicas de nuestro tiempo como el estrés, la ansiedad, la depresión, el vacío espiritual, etc. Por lo tanto, es esencial reconectar con la naturaleza para restablecer un sano equilibrio entre el hombre y el entorno natural que le dio (y aún da)  vida. Solo lo lograremos cuando aprendamos a amar a nuestra madre naturaleza como a nosotros mismos. Solo cuidamos lo que amamos.